Cómo empezó todo

Es tan difícil definir lo indefinible, que pensé que la divagante vida del beduíno era la que mejor podía representar ESTO: un sencillo cúmulo de reflexiones, de malas caricaturas, de diferentes estados y confusos sentimientos que forman parte de mi desierto interior.

jueves, 11 de febrero de 2010

LAS MUSAS, EL SUEÑO Y EL DESAOGO DEL ALMA


toc, toc, toc, toc, toc, toc, TOC, TOC, TOC…TOC! Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, silencio, nada, eco, lejanía…ellas se habían ido para no volver jamás ¿Jamás? No lo sabía realmente y ello me inquietaba, con todas mis fuerzas esperaba que en verdad regresaran pero, había llegado tarde. Encerrada en el agujero negro de mi armario y nublada por una oscura penumbra interior, las musas me habían abandonado, sin embargo, junte las pocas fuerzas que me quedaban y abrí la puerta por si habían dejado algo pero, no había nada y una locura desesperante me arrancó del mundo de aquella gente que cree estar cuerda.
Empezó a llover durante días.
La pena que me consumía, aquella que antes era mi sombra, ahora, se había apoderado de toda mi persona y parecía estallar en las gotas que caían bruscamente sobre el tejado. Sentía como si en el fondo aquello fuese un mensaje. Eran mis lágrimas contenidas explosión de tormenta primaveral.
Tormenta en la que naufragué.
Me quedé dormida y de repente un mundo de lilas se abría a mis pies, lo caótico inundaba el aire, me ahogaba, no podía respirar, me ahogaba. ¿Que era aquello? mis ojos sólo miran hacia el suelo, mi mirada se clava en el vaho de la impotencia, una nebulosa de colores púrpuras, de luces parpadeantes, de indicadores que alertan incomprensión.
Mi brújula se había estropeado, no sabía dónde estaba el norte ni tampoco el sur, aquel torbellino todo lo había borrado y, ahora, si lloré. Y dejó de llover porque, mis llantos, eran corriente de lluvia que todo lo arrasaba. Así empezó la desertización, todo se volvió polvo y arena.
Pasado y futuro mi vida determinaban, pasado frustrado y futuro en condena.
Durante mucho tiempo caí, me hundía, gritaba y el eco de mí voz aún pronunciaba más mi dolor, pedía auxilio pero nadie me escuchaba, ellas se habían marchado, me habían dejado allí, en el límite, en la encrucijada, sin rumbo, sin dirección, sin brújula.
Pero… ¿ por qué? eso es lo que me preguntaba, pregunta que me asfixiaba, por qué a mí, por qué ahora, hasta cuando. Interrogantes se agolpaban en mi cabeza, dudaba de mi ser, de mi existencia ¿ quién era yo en realidad? ¿ Que había hecho para que me abandonaran? No encontré respuesta entonces.
Fue así como me perdí en el desierto y me convertí sin quererlo en beduino
A la gente hipócrita
que cree que llorar es de débiles.
Porque llorar significa reflexionar, significa estar vivo.