Cómo empezó todo

Es tan difícil definir lo indefinible, que pensé que la divagante vida del beduíno era la que mejor podía representar ESTO: un sencillo cúmulo de reflexiones, de malas caricaturas, de diferentes estados y confusos sentimientos que forman parte de mi desierto interior.

martes, 15 de marzo de 2011

entre él y ella

Creía estar en el lugar adecuado en el momento adecuado pero, no, ese tampoco iba a ser su amor porque cuando lo conoció era domingo, un mal domingo, de esos en los que pronosticas el fin de tu mundo, de tus fantasías.
Ensimismada en preludios apocalípticos de su existir, lo vio pero pasó de largo aunque, claro, ella no sabía quien era él y él estaba demasiado asustado como para articular palabra, sus ansias por encontrar una chica normal a la que convertir en alguien especial lo dejaban petrificado y, aunque ese fue el primer contacto, habría que esperar un par de meses para que sus vidas se volviesen a cruzar.
Ella volvía tras un largo fin de semana en casa de sus padres y él regresaba de su viaje a Inglaterra. Ahora si, era domingo, llovía, hacía frío y parece que las cosas no habían cambiado desde la última vez que se habían visto, pero era el día.
Ella seguía demasiado arraigada a un universo de inseguridades que la llevaba a mirarse al espejo al menos unas cincuenta veces al día, obsesionada con lo que sobra o no sobra, con lo que falta, con lo que quiere y no puede. Tanta perfección y no tenía lo más importante, tanto mirar para no ver.
En cuanto a él...por una vez acertó, aquella somnolienta chica la había visto antes y algo le decía que ella, ella con mayúsculas, aunque, si no lo era ¿que más daba?, al menos debía intentarlo así que, a pesar de que sabía que autobús le llevaba a la estación de tren, decidió preguntarle. y aquellos segundos pasaron a ser cuasi eternos. De una simple pregunta surgieron grandes momentos compartidos.
Él no era especial y ella tampoco pero, en sus abrazos, en sus miradas, en sus sonrisas, sin duda había algo y los dos lo sabían.