Vacío, miraba y estaba vacío, traslucido, un mar en calma aparente pero, al respirar algo dolía, algo había que pinchaba, era un fulgor, un destello, era veloz, no lo veía, sin embargo, lo sentía y, sin duda, algo familiar había en aquello. Era un ciego cosquilleo ciego pululaba a mi al rededor. La inestabilidad se respiraba en el ambiente aunque, no había nada, todo era oscuridad.
Se levantó un fuerte viento y, ahí estaba, aquel precipicio.... un abismo impresionante que se abría a mis pies. No podía dudar, un paso en falso y caería.
El tambor volvía a sonar en la oscuridad, su latido era lento, su retumbar se percibía en la lejanía y, en mi cabeza, sólo resonaba una palabra: alerta. Debía buscar ya la salida, de lo contrario, regresaría al laberinto de los temores, de los menosprecios e inseguridades. Fuerte, pisar fuerte, eso había que hacer, con paso firme estaría segura. Ahora ya, no podía mirar atrás, sólo me quedaba la valentía de nadar a contracorriente pero, ¿cómo?, ellos lo sabían, me habían creado, las olas siempre me arrastrarían con más fuerza
Entonces, allí me quedé, clavada, pensando lo que ellos ya conocían
roca, aire,cielo, tierra, ola, MAR y, sobre todo, SILENCIO